Pero las nuevas señaléticas, que al menos han sacado la publicidad que otro intendente puso encima de los nombres reales –una calle podía llamarse Carabobo por debajo y Farmacity por arriba–, no impiden que se esté gestando un ensayo general de ciudad antagónica a los hombres, digresiva respecto del habitar, cercada por sitios artificiosos, réplicas falsificadas de otras memorias urbanas célebres, bares temáticos que son presa de abusos narrativos que descienden por vía directa de gastronomías de la globalización, desahuciadas de la gentil permanencia que supieron conocer antiguos frecuentadores del bar Ouro Preto o incluso en lo que queda del Tortoni.
(¡Dios y la virgen! No tenemos nada en contra de H.G., y hasta podemos estar a favor de lo que dice, pero su prosa se interpone entre nosotros y H.G.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario